CAPÍTULO 2
El teléfono de la oficina sonó. Tardó varios segundos en coger el teléfono, tal vez porque estaba buscando algo en el ordenador, tal vez simplemente porque le daba la gana. Al pronunciar “Departamento policial, dígame”, una voz profunda y distorsionada se dirigió a él por su nombre de pila. Rápida y brevemente le dio una dirección, una fecha y una hora.
Dani no le dio importancia, en muchas ocasiones estos tipos de llamadas son solo más que bromas telefónicas, pensó. Miró de reojo el reloj, eran las once de la mañana. Aunque no tenía mucho interés en visitar a Joane, debía acudir a la cita. Desde que el marido de Joane murió, él se había convertido su objetivo principal. Dani ya había rechazado muchas citas de Joane, esta vez era su obligación acudir a su casa para tomar un té.
El policía se montó en su coche deportivo y puso rumbo a la antigua mansión de los Flannagan. El camino que iba desde el pueblo a la casa de campo era largo, estrecho y además no estaba asfaltado. En una de las curvas, ya muy cercanas a la casa, casi tuvo un choque frontal con un coche todoterreno negro. Aunque no pudo ver al conductor supuso que era del pueblo, ya que no mucha gente de fuera frecuentaba aquel camino.
Tanto la verja como la puerta que daba entrada a la casa estaban abiertas. Caminó con paso lento y firme por el camino de piedrecillas. Al entrar por la puerta de la casa pudo ver que algo no iba bien, el mayordomo estaba tendido en el suelo sobre un charco de sangre que parecía brotar de su cabeza. Se refugió detrás de una silla y cogió la pistola que llevaba. Un escalofrío le invadió todo el cuerpo al darse cuenta de que había dejado la pistola en el coche. Se armó con lo primero que vio: Un palo de críquet que llevaba inscrito una fecha y un partido.
Recorrió toda la casa hasta llegar a lo que parecía ser la entrada de un salón secundario. Los pelos se le rizaron cuando oyó actividad en el salón. Todo apuntaba que un individuo estaba removiendo algunos cajones, probablemente buscaba algo. Se armó de valor y agarró fuertemente el palo de críquet por la empñadura. Entró en el salón, vacío. Un gato negro fue lo que supuestamente produjo el ruido que le hizo pensar que alguien estaba en la casa. Cuando fue a agarrar al gato se dio cuenta de que había más sangre en el suelo del salón. Se giró y pudo ver a Joane Flannagan sentada en un pequeño sofá azul. La sangre brotaba de su cabeza, también estaba muerta.